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El legado del colegio María Montessori: un esfuerzo por preservar la italianidad en Ciudad Bolívar

Por décadas, Ciudad Bolívar fue un refugio de sueños y esperanza para cientos de familias italianas que, tras la Segunda Guerra Mundial, buscaron un nuevo hogar en Venezuela. Con su llegada, no solo trajeron sus manos laboriosas y su pasión por el trabajo bien hecho, sino también su idioma, sus tradiciones y el anhelo de mantener vivas sus raíces.

En ese contexto, nació el Colegio María Montessori, una institución que, a lo largo de los años, ha sido bastión de la italianidad en el estado Bolívar.

La historia del Colegio María Montessori está ligada a los nombres de grandes pioneros, como el doctor Francisco Vitanza, reconocido a nivel continental por su lucha contra la malaria y la fiebre amarilla; Humberto Cazzadore, un apasionado de la fotografía; y un ebanista con un porte distinguido al que todos llamaban «dottore», quien además fue el primer vicecónsul honorario en la ciudad. Estos hombres, conscientes de la necesidad de preservar el idioma y la cultura italiana, decidieron unirse para crear un espacio educativo para los hijos de los inmigrantes.

Fue así como, en sus inicios, el colegio encontró su primer hogar en el Club Español, donde por las mañanas un grupo de maestras se encargaban de enseñar italiano y español a los niños de diversas nacionalidades: portugueses, franceses, alemanes, libaneses y, por supuesto, italianos. La filosofía montessoriana, con su enfoque en el aprendizaje colaborativo y la autonomía del estudiante, se ajustaba perfectamente a la dinámica de enseñanza. La escuela creció rápidamente, albergando hasta 50 niños por salón en sus primeros años.

De un modesto inicio a una institución emblemática

Conforme la comunidad italiana se asentaba, la necesidad de una sede propia se hizo evidente. Fue entonces cuando el Colegio María Montessori encontró su espacio definitivo en la Casa D’ Italia. Bajo un modelo educativo paritario, avalado por el gobierno italiano, los estudiantes obtenían un título que les permitía continuar sus estudios en Italia sin necesidad de revalidaciones. La institución prosperó hasta albergar 1.400 estudiantes, con salones completamente equipados, seis laboratorios y más de 38 profesores.

Sin embargo, la realidad del país golpeó fuertemente al colegio y a su comunidad. La emigración de familias italianas hacia Puerto Ordaz, impulsada por el auge de las empresas básicas, dejó a la Casa D’ Italia con una población más reducida y envejecida. La crisis económica también influyó en la deserción escolar, con matrículas que pasaron de costar 5 dólares a 65 dólares mensuales, un monto difícil de asumir para muchas familias.

Anna Francesca Cazzadore, máxima autoridad del colegio, enfatiza que «la situación no ha sido fácil, pero seguimos adelante con el compromiso de brindar una educación de calidad. Nuestro objetivo es fortalecer el colegio, modernizarlo y adaptarlo a las necesidades actuales».

Una apuesta por la renovación

Desde 2020, la dirección del colegio ha estado enfocada en revitalizar la institución, atrayendo nuevamente a los estudiantes y adaptándose a los nuevos tiempos. Actualmente, el colegio cuenta con 328 alumnos y ha implementado programas extracurriculares en danza, robótica, inglés y deportes, con el fin de mantener a los niños alejados de la tecnología excesiva y fomentar valores como la pertenencia, el trabajo en equipo y el respeto.

Una de las principales fortalezas del colegio sigue siendo la natación. Desde preescolar hasta sexto grado, los alumnos reciben una hora semanal de clases de natación gratuita, mientras que los estudiantes de bachillerato pueden acceder a un descuento del 50 % en las clases de la tarde. Además, se ha creado un equipo de competición en alianza con el Club Casa D’ Italia, lo que permite a los niños desarrollar habilidades deportivas a un alto nivel.

Italianidad sin fronteras

A pesar de las dificultades, el Colegio María Montessori sigue apostando por la enseñanza del idioma y la cultura italiana. Se han implementado clases conjuntas de italiano e inglés para hacer el aprendizaje más dinámico y atractivo. Además, se está buscando un acuerdo con RAI Kids para ofrecer contenido en italiano, permitiendo a los alumnos familiarizarse con la lengua de forma natural.

«Queremos recuperar la tradición de escuchar la radio en italiano, conocer la historia y la geografía de Italia, y reforzar el carácter bilingüe de la escuela», afirma Cazzadore. Actualmente, el colegio cuenta con un decreto del Ministerio de Educación que lo reconoce como institución bilingüe, lo que garantiza que los estudiantes puedan optar por estudios en Italia sin barreras.

“Hemos contactado a la fundación María Montessori para intercambiar experiencias; el año pasado reunimos a los profesores para refrescar la filosofía montessoriana. Con relación al italiano, hemos conseguido –con la comunidad italiana- cuadernos, películas, libros, música, para que los muchachos empiecen o retomen lo que es el idioma, como lo hacíamos en aquella época. Estamos haciendo lo mejor que podemos, con lo poco que tenemos”, expone.

Un colegio con propósito social

Consciente de la crisis económica que atraviesa el país, la institución ha establecido convenios con clínicas locales para ofrecer descuentos en servicios de salud a estudiantes, profesores y personal administrativo. También se está buscando apoyo financiero de empresas y del gobierno italiano para otorgar becas a aquellos alumnos que no puedan costear la matrícula.

Por otro lado, el colegio está fomentando la participación de exalumnos, ahora profesionales en diversas áreas, para ofrecer charlas y talleres a los estudiantes, promoviendo vocaciones en medicina, odontología y otras disciplinas.

La Casa D’ Italia y el Colegio María Montessori son más que un espacio físico: son un símbolo de la herencia cultural italiana en Venezuela. Con una visión renovada, la institución busca recuperar su esplendor y continuar siendo un faro de educación de calidad y valores para las futuras generaciones.

El reto es grande, pero la pasión y el compromiso de su comunidad han demostrado que la italianidad en Ciudad Bolívar no es solo un recuerdo del pasado, sino una identidad viva, lista para florecer nuevamente.

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